Un día con un DJ
Crónica
Aquel sábado la tarde era fría, pero el sol brillaba, observaba sentada en un sofá cómodo de color café, con un tejido de algodón y poliéster un material que era agradable al tacto y se destacaba por la suavidad que proporcionaba al sentarse o recostarse. A través de aquella ventana de mi casa donde el sol se asomaba entre nubes grises y árboles colosales, aquellos tenían un característico movimiento de lado a lado debido a la brisa que hacía alrededor del parque, aquel que comparte el espacio con una cancha sintética, la cual es un punto de referencia para varios residentes del sector que se veía a través de mi ventana. La luz natural que entraba, resaltaba el tercer piso de la vivienda por encima de las demás casas del barrio. Estaba concentrada apreciando esa tarde, pero de un momento a otro sentí la curiosidad de ver la hora, así que levanté la manga izquierda de mi saco y la llevé hasta atrás de la muñeca donde estaba mi sutil y pequeño reloj de marco redondo, color plateado con tablero negro y números blancos que marcaban las 5:30 de la tarde. Me pregunté a qué hora mi primo Juan Manuel o JuanMa (el DJ) como yo le decía, me iría a recoger para acompañarlo a un evento de quince años, así que me levanté del sofá prontamente para ir hacia mi celular el cual estaba cargando en el enchufe cerca del pasillo, dí cinco pasos en salto, alargando las piernas para no perder tiempo trasladando me de la sala al pasillo, cuando agarré mi celular de tamaño mediano marca Motorola, lo desconecté, busqué el número de Juan y lo llamé, para saber si ya vendría.
- Aló JuanMa ¿ya vienes?
- Hola prima, sí, ya voy en camino, voy por la Av. américas con carrera 68, pero hay mucho tráfico.
Juan se escuchaba alterado porque venía en una vía congestionada donde no se movía ni un solo carro. Además él tenía que llevar a tiempo los equipos; como las controladoras DJ, tornamesas que es donde se colocan los discos de vinilo o CD y se realizan las mezclas. Por suerte él conducía su minivan color blanco, marca Chery y se desvió unos minutos después. Cuando colgué la llamada volví a dejar el celular sobre un escritorio de madera que estaba cerca del enchufe, levanté la mirada hacia la cocina y me dirigí allí dando siete pasos, cuando entré revisé las ollas para ver si encontraba algo para comer, pero lo único que había era arroz así que decidí preparar algo de comida mientras que llegaba JuanMa, agaché mi cabeza para ver si había huevos en la alacena, afortunadamente quedaban 4, agarré uno y me dí a la tarea de cocinarlo junto con un plátano.
Al servirme la comida, mi mamá salió de su habitación con una cara de recién levantada, casi no podía abrir bien los ojos por el contraste de oscuridad a luz, estaba despeinada y confundida de verme comer tan temprano:
- Hija, ¿para dónde se va?
- Má, te acuerdas que te había dicho que iba a acompañar a JuanMa a un evento y me dijiste que sí.
Ella recordó al instante y mientras estaba comiendo, me preguntó si necesitaba llevar plata por alguna emergencia a lo que yo le dije que no, porque yo llevaba dentro de mi billetera un billete nuevo de 50.000 pesos guardado en un bolsillo donde está la oración de la virgen de Fátima con un tamaño pequeño, teniendo las esquinas dobladas por el tiempo que lleva guardada. Luego me dijo que prestara mucha atención a todo lo que hacían en el evento, cómo montaban el escenario, las personas y todas esas cosas para entender lo que JuanMa hacía en su trabajo.
Al momento que terminé de comer, sonó el timbre, aquel sonido tan propio del tercer piso de mi casa, porque cada vez que alguien timbraba se escuchaba música de villancicos con un tono agudo y agobiado. Al asomarme a la ventana vi que era mi primo, le indiqué con mi mano derecha que ya bajaría así que me despedí de mi mamá, agarré mi bolso pequeño de cuero negro rápidamente junto a las llaves que estaban en un llavero sobre el interruptor de la luz para bajar las escaleras. Bajé aprisa, abrí las puertas de ambos portones haciendo ruido debido a la fuerza en que las cerraba, salí de mi casa mientras que echaba llave, vi alrededor del parque para saber quién estaba o qué había de extraordinario en ese momento, pero el día lucía tan desolado por el barrio que no me preocupé, así que subí por el lado del copiloto, saludé a mi primo de beso en la mejilla derecha y me preguntó si había comido algo porque la noche iba a ser larga, le dije que sí. Me abroché el cinturón y él arrancó en primera. Quería saber qué horas eran para tener presente cuánto tiempo tardaríamos en llegar al destino, entonces cogí la manga izquierda de mi buso la llevé hacia atrás cerca de la muñeca y acerqué mi reloj, pero las luces de las calles no iluminaban mucho, tanto así que no veía lo que las manecillas marcaban entonces tuve que sacar de mi bolso el celular, apreté el botón de la parte superior derecha para encenderlo y poder ver la hora, eran las 7:03 de la noche.
Luego de 5 minutos de que él había acelerado, en un segundo sentí curiosidad de preguntarle sobre su trabajo, la familia, los proyectos que tenía puesto que ya había pasado bastante tiempo desde que no lo veía por su trabajo, el cual lo mantiene tan ocupado, así que le pregunté:
- ¿A qué horas tienen programado empezar el evento?
- A las 8:30 o 9:00 todo depende de que la quinceañera esté lista a tiempo para que nada se atrase.
- ¿Por ahí a qué hora estaríamos llegando?
- Si no hay demasiado trancón por ahí a las 7:45 y no me demoro nada instalando los equipos, además allá mis trabajadores están organizando el espacio y armando los andamios, porque yo les exijo llegar dos o tres horas antes para estructurar el espacio de la música.
- ¿Dónde es?
- En el acanto plaza suites, cerca al club el Nogal.
Pensé en los papas de la quinceañera, con mucha plata, porque un lugar así para reservarlo y hacer una fiesta con música, comida y las decoraciones. Bueno ya sabía dónde era y a qué hora estaríamos llegando
- ¿Eres feliz trabajando como DJ? A lo que él me respondió
- Sí prima, amo lo que hago. Además, tengo mi propia empresa de producciones, pero sabes ¿Cuál es el problema? que ya me siento muy cansado.
Apenas escuché eso yo decía, pero como dice eso si apenas tiene 30 años, todavía le falta harto tiempo para que crezcan sus eventos y su empresa entonces que hará si se llega a retirar quien lo reemplazará para hacer eventos tan divertidos y agradables.
- ¿Cansado?
- Sí, desde que empecé a los 18 años aprendiendo a manejar la consola y trabajando en bares, en todo lugar donde me salía un evento siempre trasnochaba lo máximo que dormía eran dos o tres horas.
Me dijo eso y yo quedé sorprendida porque creía que el salía de vacaciones cada vez que quería, ese día entendí que no siempre lo que a uno le gusta viene con ventajas, a veces hay que arriesgar horas de descanso, tal vez ni comer porque uno se concentra tanto haciendo una cosa que se olvida de hacer cosas tan importantes como compartir con la familia momentos especiales, pero si uno no trabaja por sus sueños o por lo que quiere, tal vez nunca pueda disfrutar de esa gran satisfacción de haber logrado tus sueños, mi primo JuanMa me sugirió muchas cosas que uno debe hacer para lograr sus sueños y es nunca contarlos para que se puedan cumplir.
Cuando llegamos al evento ya estaba montada aquella estructura donde se colocan los equipos. Los ayudantes de mi primo vestían jeans y camisetas de color negro con un estampado en el lado izquierdo el cual decía J&P producciones que pertenece a la empresa de mi primo. Ellos se encargaron de bajar las consolas, bafles, tornamesa, luces de led, reflectores, estrober, láser, volcanes, show venturi que es la explosión de papel picado metalizado y metros de cables. Ellos corrían de un lado a otro, entrando y saliendo del lugar con prisa. Cuarenta minutos luego de haber arreglado todo el salón mi primo me preguntó si quería comer algo, - yo le dije sí, claro, nos dirigimos hacia el banquete que estaba en otra puerta de ingreso cerca del pasillo que lleva a otros salones. Cuando me acerqué observé lo que había: cola de camarón apanada o cubierta de salsa bechamel, empanadas de tamaño pequeño con ají, tabla de quesos, galletas con forma redonda junto con un aderezo peculiar el cual llevaba; trozos de cangrejo, perejil y una salsa cremosa blanca. Mientras que yo elegía que iría a comer, mi primo regresó al salón para terminar de revisar luces y sonido.
Vi mi reloj otra vez y las manecillas marcaban
las 8:15, cuando entré al salón observé que ya habían llegado más o menos unas
treinta personas entre familiares y amigos, yo supe al instante las mesas donde
se ubicaban los familiares que era al frente, cerca de la quinceañera y a los
costados, mientras que los amigos se sentaron en las últimas mesas y cerca de
las esquinas del salón. Pasaba el tiempo y se llenaba más el salón, todos se
vistieron elegantes para la ocación, los hombres de paño, corbata o moño, las
mujeres con vestido, con peinados extravagantes, bien maquilladas, con tacones
de diez centímetros y una cartera donde solo hay espacio para el celular, un
monedero y los documentos. Todos los asistentes se conocían pasaban de mesa en
mesa saludando. Cuando ya habían llegado los invitados, había llegado el
momento de dar la bienvenida a la cumpleañera, así que apagaron las luces del
salón y dejaron las luces led y reflectores que iluminaban a la chica que
caminaba junto a su papá, para dejarla en la silla que llamaba la atención en
el centro del salón y así dar inició a la celebración.
- Paola Andrea Villamil